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sábado, 17 de febrero de 2024

RETIRO DE CUARESMA 2021.






                      RETIRO DE CUARESMA 2021.













INTRODUCCIÓN AL BLOG

VAYAMOS AL ENCUENTRO pretende ser un blog para reafirmarse en la aventura de la fe cristiana, sabiendo, como nos decía Benedicto XVI que “la fe cristiana es ante todo encuentro con Jesús, una persona que da a la vida un nuevo horizonte… " (3-10-2007).




RETIRO DE CUARESMA 2021




1.-ORACIÓN 



2.-CHARLA CUARESMAL: 

I.-PINCELADA HISTÓRICA

           El sentido de la Cuaresma cristiana se puede resumir así: La Cuaresma nos     introduce en la celebración del Misterio de la muerte y  Resurrección de Jesús.

           La muerte y resurrección de Jesús es un acto vital, dinámico, del  Dios Poderoso, que nos salva de la muerte y   nos introduce en la VIDA NUEVA de Cristo.

       La incorporación creciente al Misterio de la muerte y  resurrección de Jesús se    expresa en el tiempo Cuaresmal en una palabra: CONVERSIÓN.

  Decía el Papa Francisco que “la Cuaresma  es el tiempo para reencontrar la ruta de la vida. El Señor es la meta de nuestro peregrinaje en el mundo: hay que trazar la ruta en relación a Él

LA CONVÉRSIÓN CONLLEVA:

1.-Que nuestra forma de pensar esté dominada por el amor.

2.-Que nuestros pasos estén dirigidos por el “ser” y no por el tener.

3.-Que nuestro ambiente y nuestro ser donde reina el egoísmo, cerrando las puertas a Dios y   al prójimo, se inaugure una apertura para con Dios y de amor práctico para con el               prójimo.

 

II.-APUNTES DE CUARESMA:

a) La Cuaresma es un camino espiritual: prepara al cristiano para celebrar los misterios de la entrega, pasión, crucifixión, muerte y resurrección del Señor Jesús.

b) El culmen de todo es la VIGILIA PASCUAL,               

c) Lo importante en Cuaresma es incorporarse al CAMINO DE CRISTO que muere y se levanta a una existencia nueva, de Resucitado.

    El Papa Francisco nos dice que “la Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo”.

d) La imposición de la ceniza es:  -signo de rechazo al pecado. -señal de arrepentimiento.

    -expresión de confianza en la misericordia de Dios.

II.-CAMINO BAUTISMAL

a) Es importante vivir la Cuaresma como camino espiritual y bautismal: preparación a           RENOVAR LAS  PROMESAS DEL BAUTISMO EN LA NOCHE DE  PASCUA. 

b) ACTITUD DE CONVERSIÓN PERMANENTE (Miércoles de Ceniza)

    -"Convertíos a mí de todo corazón”.

La Cuaresma es un camino de CONVERSIÓN:

b.1. conversión es, sobre todo, volver a Dios, buscarlo y,  encontrándolo, permanecer   en Él, vivir en Él, con Él y para Él.                     

b.2. se nos pide hacerlo practicando el ayuno, la limosna y la oración, teniendo un  dominio interior, ayuda solidaria a los más necesitados y desde el encuentro con Dios.                      

b.3.La conversión y santidad están estrechamente unidos:

*La santidad comienza y se desarrollo en un proceso de conversión.

*La conversión continua conduce y desemboca en la santidad.

 

III.-RESUMEN DEL MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO   CUARESMA 2021 

    Cada Cuaresma el Papa nos regala un precioso mensaje a toda la Iglesia. 

    El Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma del año 2021, titulado «Un tiempo para renovar la fe, la                     esperanza y la caridad» 

MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2021: 

Queridos hermanos y hermanas:

     Cuando Jesús anuncia a sus discípulos su pasión, muerte y resurrección, para cumplir con la voluntad del Padre, les revela el sentido profundo de su misión y los exhorta a    asociarse a ella, para la salvación del mundo.

    Recorriendo el camino cuaresmal, que nos conducirá a las celebraciones  pascuales,  recordemos a Aquel que «se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz» (Flp 2,8).               

En este tiempo de conversión   renovemos nuestra fe, saciemos nuestra sed con el “agua viva” de la esperanza y recibamos con el corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo.


       En la noche de Pascua renovaremos las promesas de nuestro Bautismo, para   renacer   como hombres y mujeres nuevos, gracias a la obra del Espíritu Santo. Sin embargo, el     itinerario de la Cuaresma, al igual que todo el camino cristiano, ya está bajo la luz de la Resurrección, que anima los sentimientos, las actitudes y las decisiones de quien desea seguir a Cristo

    El ayuno, la oración y la limosna, tal como los presenta Jesús en su predicación (cf. Mt 6,1-18), son las condiciones y la expresión de nuestra conversión.     
   La vía de la pobreza y de la privación (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido (la limosna) y el diálogo filial con el Padre (la oración) nos permiten                  encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante.
     La fe nos llama a acoger la Verdad y a ser testigos, ante Dios y ante nuestros  hermanos y hermanas.

     En este tiempo de Cuaresma, acoger y vivir la Verdad que se manifestó en Cristo   significa ante todo dejarse alcanzar por la Palabra de Dios, que la Iglesia nos transmite de generación en generación. Esta Verdad no es una construcción del intelecto, destinada a pocas mentes elegidas, superiores o ilustres, sino que es un mensaje que recibimos y podemos comprender gracias a la inteligencia del corazón, abierto a la grandeza de Dios que nos ama antes de que nosotros mismos seamos conscientes de ello. Esta Verdad es Cristo mismo que, asumiendo plenamente nuestra humanidad, se hizo Camino —exigente pero abierto a todos— que lleva a la plenitud de la Vida.

    El ayuno vivido como experiencia de privación, para quienes lo viven con sencillez de corazón lleva a descubrir de nuevo el don de Dios y a comprender nuestra realidad de criaturas que, a su imagen y semejanza, encuentran en Él su cumplimiento.
     Haciendo la experiencia de una pobreza aceptada, quien ayuna se hace pobre con los pobres y “acumula” la riqueza del amor recibido y compartido. Así entendido y puesto en práctica, el ayuno contribuye a amar a Dios y al prójimo en cuanto, como nos enseña santo Tomás de Aquino, el amor es un movimiento que centra la atención en el otro considerándolo como uno consigo mismo (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 93).   

     La esperanza como “agua viva” que nos permite continuar nuestro  camino.                       
        La samaritana, a quien Jesús pide que le dé de beber junto al pozo, no comprende cuando Él le dice que podría ofrecerle un «agua viva» (Jn 4,10).

      Al principio, naturalmente, ella piensa en el agua material, mientras que Jesús se    refiere al Espíritu Santo, aquel que Él dará en abundancia en el Misterio pascual y que infunde en nosotros la esperanza que no defrauda. Al anunciar su pasión y muerte Jesús ya anuncia la esperanza, cuando dice: «Y al tercer día resucitará» (Mt 20,19).
     Jesús nos habla del futuro que la misericordia del Padre ha abierto de par en par. Esperar con Él y gracias a Él quiere decir creer que la historia no termina con nuestros errores, nuestras violencias e injusticias, ni con el pecado que crucifica al Amor. Significa saciarnos del perdón del Padre en su Corazón abierto.           
  En el actual contexto de preocupación en el que vivimos y en el que todo   parece frágil e incierto, hablar de esperanza podría parecer una provocación.
       El tiempo de Cuaresma está hecho para esperar, para volver a   dirigir la   mirada a la paciencia de Dios, que sigue cuidando de su Creación, mientras que nosotros a menudo la maltratamos   (cf. Carta enc. Laudato si’, 32-33;43-44).

    Es esperanza en la reconciliación, a la que san Pablo nos exhorta con    pasión: «Os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co 5,20).          
   Al recibir el perdón, en el Sacramento que está en el corazón de nuestro proceso de conversión, también nosotros nos convertimos en difusores del perdón: al haberlo acogido nosotros, podemos  ofrecerlo, siendo capaces de vivir un diálogo atento y adoptando un            comportamiento que conforte a quien se encuentra herido. El perdón de Dios, también mediante nuestras palabras y gestos, permite vivir una      Pascua de fraternidad.

   
     En la Cuaresma, estemos más atentos a «decir palabras de aliento, que   reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan», en lugar de «palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian» (Carta enc. Fratelli tutti [FT], 223).           

        La Cuaresma es un tiempo para creer, es decir, para recibir a Dios en nuestra vida y permitirle “poner su morada” en nosotros (cf. Jn 14,23).           
    Ayunar significa    liberar nuestra existencia de todo lo que estorba, incluso de la saturación de informaciones —verdaderas o falsas— y productos de consumo, para abrir las puertas de nuestro corazón a Aquel que viene a nosotros pobre de todo, pero «lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14): el Hijo de Dios Salvador.


    A veces, para dar esperanza, es suficiente con ser «una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia» (ibíd., 224).

    En el recogimiento y el silencio de la oración, se nos da la esperanza como inspiración y luz interior, que ilumina los desafíos y las decisiones de nuestra misión: por esto es fundamental recogerse en oración (cf. Mt 6,6) y encontrar, en la intimidad, al Padre de la ternura.


   Vivir una Cuaresma con esperanza significa sentir que, en Jesucristo, somos   testigos del tiempo nuevo, en el que Dios “hace nuevas todas las cosas” (cf. Ap 21,1-6).   


           Significa recibir la esperanza de Cristo que entrega su vida en la cruz y que Dios resucita al tercer día, “dispuestos siempre para dar   explicación a todo el que nos pida una razón de nuestra esperanza” (cf. 1 P 3,15).                                                                                                                                            La caridad, vivida tras las huellas de Cristo, mostrando   atención y compasión por      cada persona, es la expresión más alta de nuestra fe y nuestra esperanza.
          La caridad se alegra de ver que el otro crece. Por este motivo, sufre cuando el otro está angustiado: solo, enfermo, sin hogar, despreciado, en situación de necesidad…           La caridad es el impulso del corazón que nos hace salir de nosotros mismos y que suscita el vínculo de la cooperación y de la comunión.   
  «A partir del “amor social” es posible avanzar hacia una civilización del amor a la que todos podamos sentirnos convocados. La caridad, con su dinamismo universal, puede construir un mundo nuevo, porque no es un sentimiento estéril, sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos» (FT, 183).            
   La caridad es don que da sentido a nuestra vida y gracias a este consideramos a quien se ve privado de lo necesario como un miembro de nuestra familia, amigo, hermano. 
Lo poco que tenemos, si lo compartimos con amor, no se acaba nunca, sino que se transforma en una reserva de vida y de felicidad. Así sucedió con la harina y el aceite de la viuda de Sarepta, que dio el pan al profeta Elías (cf. 1 R 17,7-16); y con los panes que Jesús bendijo, partió y dio a los discípulos para que los distribuyeran entre la gente (cf. Mc 6,30-44). Así sucede con nuestra limosna, ya sea grande o pequeña, si la damos con gozo y sencillez.                                      
   Vivir una Cuaresma de caridad quiere decir cuidar a quienes se encuentran encondiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia de                COVID19. 
   En un contexto tan incierto sobre el futuro, recordemos la palabra que Dios   dirige a su Siervo: «No temas, que te he redimido» (Is 43,1), ofrezcamos con nuestra  caridad una palabra de confianza, para que el otro sienta que Dios lo ama como a un hijo.

    «Sólo con una mirada cuyo horizonte esté transformado por la caridad, que le          lleva a percibir la dignidad del otro, los pobres son descubiertos y valorados en su inmensa   dignidad, respetados en su estilo propio y en su cultura y, por lo tanto, verdaderamente    integrados en la sociedad» (FT, 187).

    Queridos hermanos y hermanas: Cada etapa de la vida es un tiempo para creer,        esperar y amar. Este llamado a vivir la Cuaresma como camino de conversión y             oración, y para compartir nuestros bienes, nos ayuda a reconsiderar, en nuestra          memoria comunitaria y personal, la fe que viene de Cristo vivo, la esperanza                animada por el soplo del Espíritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazón         misericordioso del Padre.


    Que María, Madre del Salvador, fiel al pie de la cruz y en el corazón de la Iglesia, nos sostenga con su presencia      solícita, y la bendición de Cristo resucitado nos acompañe en el camino hacia la luz pascual.

Roma, San Juan de Letrán, 11 de noviembre de 2020, memoria de san Martín de Tours.

                                        Francisco

 




    LISTA DE VÍDEOS SOBRE LA CUARESMA 2022.


        


EL PAPA FRANCISCO Y LA CUARESMA


       





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