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lunes, 27 de mayo de 2024

JESUCRISTO NOS INVITA A LA EUCARISTÍA.







 JESUCRISTO NOS INVITA A LA EUCARISTÍA. 


INTRODUCCIÓN AL BLOG





    VAYAMOS AL ENCUENTRO pretende ser un blog para reafirmarse en la aventura de la fe cristiana, sabiendo, como nos decía Benedicto XVI que “la fe cristiana es ante todo encuentro con Jesús, una persona que da a la vida un nuevo horizonte… " (3-10-2007).

En  los orígenes del Cristianismo tenemos una experiencia muy precisa, la experiencia de unos hombres y mujeres, tocados y atraídos por Jesús de Nazaret, el Cristo, cuyas vidas  se convirtieron en magníficas y distintas desde ese momento, alcanzando cotas de perfección y santidad increíbles a pesar de su debilidad.


            En medio de sus afanes escucharon un na voz que les gritaba: "¡Ven y sígueme!" Una voz que se sigue oyendo en la dinámica del mundo y en la existencia de cada hombre y mujer, deseoso de encontrar un sentido global y permanente a su historia.

            ¡Si, este reclamo a seguir al Nazareno se prolonga desde el principio hasta nuestros días, y continuará hasta el final del tiempo!

La señal de la presencia del Resucitado son los santos. Los santos palpan de vez en cuando la perfección suprema de Dios y nos recuerdan a los humanos que el mal puede ser vencido solamente con sacrificio, constancia y confianza.


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      JESUCRISTO NOS INVITA A LA EUCARISTÍA. 



      Bellamente dice M. Abdon Santaner que la Eucaristía llama al hombre a “hacer memoria” de aquello que, en él, es su verdadera historia: su nacimiento a la vida de Dios… Debe evocar un nacimiento que es su verdadero nacimiento: el de todo ser humano en el corazón del misterio de vida que es Dios”.
     La Eucaristía es una “locura de amor” donde se nos manifiesta el propio Cristo y se nos invita al Encuentro. En la Eucaristía todo deriva de un amor extremo, donde se actualiza el único sacrifico de Cristo que se entrega por nosotros hasta el final, derramando su propia sangre.
   La Eucaristía nos permite a cada cristiano acoger la presencia de Cristo, lo mismo que fueron invitados los discípulos del Maestro en los caminos de Palestina.
     En cada Eucaristía nos sumergimos en el Misterio Pascual de Cristo… Es como si entráramos en un “espacio mágico” donde somos invitados y atraídos con “correas de amor”, y allí mismo, en la celebración misma, Dios nos susurra al oído que nuestra vida entera está injertada en el Único Sacrificio de Jesucristo, el Hijo Amado y Predilecto.
   Es como volver al corazón mismo del Eterno y al lugar donde se concentran todas las fuerzas positivas del universo, y las entrañas misma del Amor...Y allí mismo somos invitados de nuevo a volver a las sendas del bien, dejando atrás todo lo que nos estorba, después de haber reconocido nuestra pequeñez y pecado.
   En toda Eucaristía, fuente y cumbre de toda la vida cristiana, Cristo mismo se convierte en anfitrión y se regala a sí mismo para ser alimento para la Comunidad.
   En cada Eucaristía es entrar en la máquina del tiempo, y descubrir que en la misma celebración se entrecruzan el pasado, el presente y el futuro de una manera veloz.
   Nos incorpora en el mismo dinamismo de la Alianza, que no es otra cosa que cantar la elección que Dios hizo desde toda la eternidad por cada ser humano, y nos regala su propia presencia para que nuestra vida sea alcanzada por la santidad desde Jesucristo, plenitud de la Revelación.
   Nos incorpora en el mismo presente tomando conciencia que Dios mismo se hace el encontradizo con nosotros, rompiendo la mediocridad, la división y el mal.
   Nos lanza al futuro, anticipando de manera veloz aquello que anhelamos y suspiramos, y que se nos anticipa con esperanza, gozo e ilusión, porque, como bien señala la Constitución Dogmática Lumen Gentium, ““…al celebrar el sacrificio eucarístico es cuando mejor nos unimos al culto de la Iglesia celestial, entrando en comunión y venerando la memoria, primeramente, de la gloriosa siempre Virgen María, más también del bienaventurado José, de los bienaventurados Apóstoles, de los mártires y de todos los santos” (LG 50)









Firmes en la fe en Cristo resucitado



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