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lunes, 18 de noviembre de 2024

EL ADVIENTO NOS ENVUELVE-2024.





                  EL ADVIENTO NOS ENVUELVE-2024.







INTRODUCCIÓN AL BLOG

VAYAMOS AL ENCUENTRO pretende ser un blog para reafirmarse en la aventura de la fe cristiana, sabiendo, como nos decía Benedicto XVI que “la fe cristiana es ante todo encuentro con Jesús, una persona que da a la vida un nuevo horizonte… " (3-10-2007).



EL ADVIENTO NOS ENVUELVE-2024.




            El Adviento es un tiempo especial de gracia y de una invitación a reconocer las “Venidas del Señor”.
        Adviento significa “venida”:  Es el Señor quien viene, quien siempre está viniendo.
      Propiamente, la Iglesia celebra en este tiempo la gozosa esperanza en la Parusía, el acontecimiento escatológico por el cual el Señor llevará a   término su obra de creación y salvación.
       Sin embargo, una celebración significativa de esta esperanza nos hace volver la atención a las otras venidas del Señor, de las cuales la gloriosa del último día será la culminación.                  
     Necesitamos renacer de nuevo, necesitamos saborear la vida nueva y abrir nuestros ojos a la esperanza, embarcarnos en la aventura de la caridad. Necesitamos quitarnos la coraza, para que las cosas que pasan me afecten, me toquen el corazón.
       Desde la esperanza del Antiguo Testamento, se nos invita a repetir en la vida la espera de los justos que aguardan al Mesías.
       El Adviento es una intensa y concentrada celebración de la larga espera en la historia de la        salvación, como el descubrimiento del misterio de Cristo.
     Hoy en la Iglesia es como un redescubrir la centralidad de Cristo en la historia de la           salvación.      
        Adviento es tiempo del Espíritu Santo, Él ha hablado por medio de los profetas, ha         inspirado los oráculos mesiánicos, ha anticipado con sus primicias de alegría la venida de Cristo en sus protagonistas como Zacarías, Isabel, Juan, María.
      La Iglesia se prepara en el Adviento permaneciendo vigilante y en oración. Por eso cuenta con tres modelos: El Profeta Isaías, Juan Bautista y María de Nazaret, la Madre del Señor. 




A.-ADVIENTO: TIEMPO PARA RECORDAR-EL SEÑOR VINO Y ACAMPÓ ENTRE NOSOTROS.




      Cuando nosotros hoy celebramos el Adviento y centramos nuestra mirada en la espera y la         preparación de la venida de Jesús, quiere decir que miramos hacia atrás, hacia aquel                               acontecimiento transcendental y lo queremos revivir con toda la intensidad.
        Nuestra esperanza tiene en el misterio de la Navidad un fundamento firme, Dios ya ha   mostrado su bondad hacia nosotros, comprometiéndose con nuestra humanidad herida, hasta el fondo e irrevocablemente.
         En Adviento hacemos memoria de  la primera venida humilde del Hijo de Dios, “nacido de          mujer” (Gal 4,4).
        El tiempo litúrgico de Adviento es, ciertamente, preparación para el memorial agradecido de “la entrañable misericordia de nuestro Dios” (Lc 1,78), por la cual vino a hacerse carne por nuestro        amor.                   
      La figura de un niño recién nacido, que encontraron los pastores acostado en un pesebre,         representa para el mundo entero, y hasta el fin de los siglos, la apuesta de Dios por nosotros. Una apuesta arriesgada y total. Dios se hizo por nosotros vulnerable y necesitado.
          De este modo, en este tiempo de Adviento, una de las actitudes que se nos invita a       cultivar es la gratitud. Es justo y necesario hacer memoria de tanto bien como Dios nos ha hecho por la encarnación de su Hijo: “Dios vino por ti y por mí: feliz novedad”.
          En Adviento nos preparamos para hacer memoria de este hecho decisivo: Dios se ha  encarnado, Dios ha venido a vivir nuestra  misma vida, Dios ha entrado en nuestra historia y ha abierto un camino de          liberación, Dios ha hecho suya nuestra debilidad.           Para poder celebrar intensamente este hecho decisivo, lo que la Navidad significa, tenemos que despertar en nosotros una actitud de         espera, de deseo de la venida del Señor.


 b.-ADVIENTO: TIEMPO PARA CELERAR: EL SEÑOR VIENE-


     La venida humilde del Señor se prolonga, gracias a su Pascua y al don de su Espíritu, en sus múltiples presencias cotidianas    
     El Señor sigue viniendo, de forma oculta, para hacer actual y concretamente posible su encuentro salvador con cada uno de nosotros.
     En Adviento celebramos la venida oculta del Señor a nosotros en tantas formas, por las cuales “en persona se pone a caminar junto a nosotros” (cf. Lc 24,15) y trata de conducirnos siempre de nuevo al encuentro que nos salva.
  Para actualizar esta presencia salvífica de Cristo entre         nosotros existe la Iglesia. Jesús viene a nosotros cada día en         diversos modos (cf. Pablo VI, Mysterium fidei, 5):
    *A través de la oración: «porque es él quien ora por nosotros, ora en nosotros y a Él oramos: ora por nosotros, ora en nosotros y a Él oramos como a Dios nuestro.
    *En los pobres, pequeños, débiles y sufrientes, con quienes Cristo se ha identificado (cf. Mt 25,40).
     *A través del testimonio de nuestras obras porque es Cristo mismo quien realiza estas obras por medio de su Iglesia (MF 5).
    *En la fe y la esperanza de la Iglesia peregrina, “porque Él habita en nuestros corazones por la fe (cf. Ef 3,17)
    *Por el anuncio del Evangelio, por el cual el mensaje de salvación de Jesucristo puede llegar a los corazones y las mentes de todos.
   *En la celebración de los sacramentos, que son acción del mismo Cristo. Especialmente, en la Eucaristía, presencia sustancial de Jesucristo que acompaña y sostiene al pueblo de Dios peregrino.
      Los distintos modos de hacerse presente Cristo a nosotros en su Iglesia son una invitación         constante a dejar nacer a Cristo en nuestros corazones y en nuestras vidas concretas

C.-ADVIENTO: TIEMPO PARA ESPERAR: EL SEÑOR VENDRÁ AL FINAL DE LOS TIEMPOS.



       El Adviento es un tiempo para “ESPERAR”: El Señor vendrá al final de los tiempos en el que Dios será todo en todos.
      La esperanza de los cristianos se funda en la promesa del Señor, que terminará la obra buena que ha comenzado en el mundo y en nosotros, llevando hasta el final su proyecto de comunicación de su bondad.                 
      Esa promesa, centrada en la venida gloriosa de Jesús al final de la historia, la encontramos     descrita bellamente en las bienaventuranzas. Ahí se nos habla de un futuro definitivo de dicha, que tiene como preámbulo una vida vivida al estilo de Jesús.
        Jesús mismo garantiza, con su venida gloriosa, el restablecimiento de la justicia, la retribución de los justos, la reivindicación de las víctimas.                   
      Gracias a Él podemos atrevernos a caminar por el sendero estrecho del amor entregado         como el suyo (cf. Jn 15,12). Por eso, la Iglesia no deja de clamar: maranathá, “ven, Señor                Jesús” (Ap 22,20).
      Dios, a través de los profetas, fue desvelando paulatinamente el objeto de su promesa. Ese objeto se identificó finalmente con la comunión de vida con él: “Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios”.
       El horizonte de la espera de Israel se fue ampliando hasta un futuro absoluto que Dios garantizaba en la persona de su Mesías.

      La certeza de la venida gloriosa del Señor sustenta en los creyentes una activa y vigilante  esperanza.
    Esta virtud cuenta con varios “lugares de aprendizaje” (SS 35-48).         Es posible aprender a esperar:
* A través de la oración: “Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía me escucha. Cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a     nadie, siempre puedo hablar con Dios.
Frente a la protesta de quienes dicen que ya no es posible creer y orar, tenemos la constatación de que en el dolor muchos han subsistido        gracias a la fe.
*En la acción transformadora del mundo y la sociedad: sigue siendo siempre verdad que nuestro obrar no es indiferente ante Dios y, por tanto, tampoco es indiferente para el desarrollo de la historia. Podemos abrirnos nosotros mismos y abrir el mundo para que entre Dios: la verdad, el amor y el bien.
*En la experiencia inevitable del sufrimiento: “Lo que cura a la persona no es esquivar el          sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y           encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito” (SS 37).
*En el anhelo y la lucha por la justicia: “Estoy convencido de que la cuestión de la justicia es el argumento esencial o, en todo caso, el argumento más fuerte en favor de la fe en la vida eterna; la injusticia de la historia no puede ser la última palabra en absoluto” (SS 43)


¡¡¡VEN, SEÑOR JESÚS!!!

EL TIEMPO DEL ADVIENTO AL DESCUBIERTO


UNOS APUNTES SOBRE EL ADVIENTO EN VÍDEO


 


  UN RAMILLETE DE VÍDEOS SOBRE EL ADVIENTO

 

RETIRO DE ADVIENTO-2021
                  
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 VÍDEOS PARA ESTAR SEGUROS EN JESÚS




          







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