1.-El Espíritu Santo es el gran protagonista en todo el tiempo pascual que hemos vivido y en toda la vida de la Iglesia. Y es que el Espíritu Santo es fruto de la Pascua, que estuvo en el nacimiento de la Iglesia y que, además, siempre estará presente entre nosotros, inspirando nuestra vida, renovando nuestro interior e impulsándonos a ser testigos en medio de la realidad que nos corresponde vivir.
2.-El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. En su verdadera naturaleza y también en su más auténtica presencia histórica, la Iglesia es incesantemente modelada y guiada por el Espíritu de su Señor. Es un cuerpo vivo, cuya vitalidad es precisamente fruto del invisible Espíritu divino (Papa Benedicto XVI).
3.- Dice el Catecismo: “En Pentecostés, cincuenta días después de su Resurrección, Jesucristo glorificado infunde su Espíritu en abundancia y lo manifiesta como Persona divina, de modo que la Trinidad Santa queda plenamente revelada. La misión de Cristo y del Espíritu se convierte en la misión de la Iglesia, enviada para anunciar y difundir el misterio de la comunión trinitaria.
4.-Dice el Catecismo: “El Espíritu Santo edifica, anima y santifica a la Iglesia; como Espíritu de Amor, devuelve a los bautizados la semejanza divina, perdida a causa del pecado, y los hace vivir en Cristo la vida misma de la Trinidad Santa. Los envía a dar testimonio de la Verdad de Cristo y los organiza en sus respectivas funciones, para que todos den «el fruto del Espíritu» (Ga 5, 22).
5.-Dice el Catecismo: Cristo y su Espíritu actúa en el corazón de los bautizados “por medio de los sacramentos, Cristo comunica su Espíritu a los miembros de su Cuerpo, y la gracia de Dios, que da frutos de vida nueva, según el Espíritu. El Espíritu Santo, finalmente, es el Maestro de la oración.
6.-Pentecostés es la fiesta del Espíritu, que nos hace tomar conciencia de la actuación del mismo en cada uno de nosotros y en la vida de la Iglesia.
7.-Sin el Espíritu Santo no habría Iglesia ni apostolado, no habría fe ni reconoceríamos a Dios como Padre de todos ni a Jesucristo como el Salvador.
8.-En los Hechos de los Apóstoles, se nos dice que “estaban todos reunidos” y todos reciben los dones del Espíritu Santo: es toda la Iglesia la que recibe el don del Espíritu para poder vivir nuestra vocación y carisma concreta en beneficio de la misma comunidad.
9.-En Pentecostés se invierte el dinamismo de Babel: Babel fue la dispersión y la división, Pentecostés es la comunión, el amor y el entendimiento.