El
Jueves Santo posee tres grandes mensajes para los cristianos:
EL DÍA DEL AMOR FRATERNO. EL DÍA DE LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA.
EL DÍA DE LA INSTITUCIÓN DEL ORDEN SACERDOTAL COMO MINISTERIO DE SERVICIO
SOLIDARIO A LOS DEMÁS.
Introducción:
De la Cena previa a la muerte de Jesús -o la
Última Cena- se conservan cuatro relatos ―los tres de los sinópticos (Mt
26,26-29; Mc 14,22-25; Lc 22,14-38) y el de San Pablo (1 Co 11,14-34).
*Mt 26,26-29: 26Mientras comían, Jesús tomó pan y, después de pronunciar la
bendición, lo partió, lo dio a los discípulos y les dijo: «Tomad, comed: esto
es mi cuerpo». 27Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias y dijo:
«Bebed todos; 28porque esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por
muchos para el perdón de los pecados. 29Y os digo que desde ahora ya no beberé del fruto de la vid
hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre».
*Mc 14,22-25: 22Mientras comían, tomó
pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: «Tomad, esto
es mi cuerpo». 23Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo
dio y todos bebieron. 24Y les dijo: «Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada
por muchos. 25En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en
el reino de Dios».
*Lc
22,14-38: 14Y cuando llegó la hora, se sentó a la mesa y los apóstoles
con él 15y les dijo: «Ardientemente he deseado comer esta Pascua con
vosotros, antes de padecer, 16porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se
cumpla en el reino de Dios». 17Y, tomando un cáliz, después de pronunciar la acción de
gracias, dijo: «Tomad esto, repartidlo entre vosotros; 18porque
os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el reino
de Dios». 19Y, tomando pan, después de pronunciar la acción de gracias,
lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced esto en memoria mía». 20Después de cenar, hizo lo mismo con el cáliz diciendo: «Este
cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros. 21Pero
mirad: la mano del que me entrega está conmigo, en la mesa. 22Porque
el Hijo del hombre se va, según lo establecido; pero ¡ay de aquel hombre por
quien es entregado!». 23Ellos empezaron a preguntarse unos a otros sobre quién de
ellos podía ser el que iba a hacer eso. 24Se
produjo también un altercado a propósito de quién de ellos debía ser tenido
como el mayor. 25Pero él les dijo: «Los reyes de las naciones las dominan, y
los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. 26Vosotros
no hagáis así, sino que el mayor entre vosotros se ha de hacer como el menor, y
el que gobierna, como el que sirve. 27Porque ¿quién es más, el que está a la mesa o el que sirve?
¿Verdad que el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el
que sirve. 28Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis
pruebas, 29y yo preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi
Padre a mí, 30de forma que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os
sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. 31Simón,
Simón, mira que Satanás os ha reclamado
para cribaros como trigo. 32Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú,
cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos». 33Él
le dijo: «Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a la cárcel y a la
muerte». 34Pero él le dijo: «Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo
antes de que tres veces hayas negado conocerme». 35Y les dijo: «Cuando os
envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalias, ¿os faltó algo?». Dijeron:
«Nada». 36«Pero ahora, el que tenga bolsa, que la lleve consigo, y lo
mismo la alforja; y el que no tenga espada, que venda su manto y compre
una. 37Porque
os digo que es necesario que se cumpla en mí lo que está escrito: “Fue contado
entre los pecadores”, pues lo que se refiere a mí toca a su fin». 38Ellos dijeron: «Señor,
aquí hay dos espadas». Él les dijo: «Basta».
*1
Cor 11,14-34: 17Al prescribiros esto, no puedo alabaros, porque vuestras
reuniones causan más daño que provecho. 18En primer lugar, he oído que cuando se reúne vuestra asamblea
hay divisiones entre vosotros; y en parte lo creo; 19realmente
tiene que haber escisiones entre vosotros para que se vea quiénes resisten a la
prueba. 20Así, cuando os reunís en comunidad, eso no es comer la Cena
del Señor, 21pues cada uno se adelanta a comer su propia cena, y mientras
uno pasa hambre, el otro está borracho. 22¿No tenéis casas donde comer y beber? ¿O tenéis en tan poco a
la Iglesia de Dios que humilláis a los que no tienen? ¿Qué queréis que os diga?
¿Que os alabe? En esto no os alabo. 23Porque yo he recibido una tradición, que procede del Señor y
que a mi vez os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche en que iba a
ser entregado, tomó pan 24y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo: «Esto
es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía». 25Lo mismo hizo con el
cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza en mi
sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía». 26Por eso, cada vez que
coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta
que vuelva. 27De modo que quien coma del pan y beba del cáliz del Señor
indignamente, es reo del cuerpo y de la sangre del Señor. 28Así, pues, que cada
cual se examine, y que entonces coma así del pan y beba del cáliz. 29Porque quien come y
bebe sin discernir el cuerpo come y bebe su condenación. 30Por ello hay entre
vosotros muchos enfermos y no pocos han muerto. 31Por el contrario, si
nos examinamos personalmente, no seremos juzgados. 32Aunque cuando nos juzga
el Señor, recibimos una admonición, para no ser condenados junto con el mundo. 33Por ello, hermanos
míos, cuando os reunís para comer esperaos unos a otros. 34Si uno tiene hambre,
que coma en casa, a fin de que no os reunáis para condena. Lo demás lo
prescribiré cuando vaya.
Según el relato de San Juan, al comienzo,
en un gesto cargado de significado, Jesús lava los pies a sus discípulos dando
así ejemplo humilde de servicio (Jn 13,1-20).
*Jn 13-17: 13 Antes
de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de
este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los
amó hasta el extremo. 2Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón
de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; 3y
Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios
y a Dios volvía, 4se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una
toalla, se la ciñe; 5luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a
los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. 6Llegó
a Simón Pedro y este le dice: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?». 7Jesús
le replicó: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más
tarde». 8Pedro le dice: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le
contestó: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo». 9Simón
Pedro le dice: «Señor, no solo los pies, sino también las manos y la
cabeza». 10Jesús le dice: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más
que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios,
aunque no todos». 11Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos
estáis limpios». 12Cuando
acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? 13Vosotros
me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. 14Pues
si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis
lavaros los pies unos a otros: 15os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros,
vosotros también lo hagáis. 16En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo,
ni el enviado es más que el que lo envía. 17Puesto
que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. 18No
lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que
cumplirse la Escritura: “El que compartía mi pan me ha traicionado”. 19Os
lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy. 20En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo envíe
me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado». 21Diciendo esto, Jesús se turbó en su espíritu y dio testimonio
diciendo: «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a
entregar». 22Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no
saber de quién lo decía. 23Uno
de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de
Jesús. 24Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo
decía. 25Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
«Señor, ¿quién es?». 26Le contestó Jesús: «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan
untado». Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el
Iscariote. 27Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le
dijo: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». 28Ninguno
de los comensales entendió a qué se refería. 29Como
Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo
necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. 30Judas,
después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. 31Cuando salió, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del
hombre, y Dios es glorificado en él. 32Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en
sí mismo: pronto lo glorificará. 33Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis,
pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: «Donde yo voy no
podéis venir vosotros». 34Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como
yo os he amado, amaos también unos a otros. 35En
esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros». 36Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿adónde vas?». Jesús le
respondió: «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más
tarde». 37Pedro replicó: «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré
mi vida por ti». 38Jesús le contestó: «¿Conque darás tu vida por mí? En verdad,
en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces…
Según los Evangelios Sinópticos la
Cena de despedida fue una Cena Pascual en el 15 de nisán, mientras que en San
Juan no, queriendo presentar a Jesús como el Cordero Pascual que se inmola por
todos en el 14 de nisán.
Muy pronto fue considerada la Última Cena como la Pascua de Jesús, donde no
sólo anunciaba su muerte, sino que incluía en los dones eucarísticos también
una anticipación de la cruz y la resurrección.
Los gestos y las palabras de Jesús dieron
lugar al Sacramento y que constituyen el núcleo del nuevo rito: «Y tomando pan,
dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: —Esto es mi cuerpo, que es
entregado por vosotros. Haced esto en memoria mía» (Lc 22, 19).
1.-EL DÍA DEL
AMOR FRATERNO:
*El memorial
del amor de Cristo incluye el signo del lavatorio, que expresa la actitud
servicial a los hermanos.
Esta
dimensión de servicio y entrega al otro, es un complemento obligado de toda
eucaristía. *Al comulgar en la Pasión y la resurrección de Cristo, comulgamos en las penas
y esperanzas de los hermanos. *Nosotros somos también un pueblo de Dios, pero
para servir a los demás. Por eso, cada vez que comulgamos nos obligamos a
ayudar y servir a los demás. *El
lavatorio nos prepara a descubrir que sólo el que comulga con el hermano puede
comulgar con Cristo. El que comulga con Cristo Sacramentado debe de comulgar
con sus sentimientos y sus actitudes.
2.-EL DÍA DE
LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA:
*La Pascua
era la gran fiesta del pueblo hebreo, porque celebraba “el Paso del Señor”,
cuando Dios se hizo presente en el pueblo de Israel, cuando lo liberó de la
esclavitud, cuando lo hizo ser como pueblo, consiguiendo su libertad y su
identidad, el Pueblo de Dios. (Ex 12,1-14).
Ex 12, 1-14: 121Dijo
el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: 2«Este
mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer
mes del año. 3Decid a toda la asamblea de los hijos de Israel: “El diez de
este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. 4Si
la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino más
próximo a su casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su
parte hasta terminarlo. 5Será
un animal sin defecto, macho, de un año; lo escogeréis entre los corderos o los
cabritos. 6Lo guardaréis hasta el día catorce del mes y toda la asamblea
de los hijos de Israel lo matará al atardecer”. 7Tomaréis
la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo comáis. 8Esa
noche comeréis la carne, asada a fuego, y comeréis panes sin fermentar y
hierbas amargas. 9No comeréis de ella nada crudo, ni cocido en agua, sino asado
a fuego: con cabeza, patas y vísceras. 10No dejaréis restos para la mañana siguiente; y si sobra algo,
lo quemaréis. 11Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los
pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua,
el Paso del Señor. 12Yo
pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos de
la tierra de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia
de todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor. 13La
sangre será vuestra señal en las casas donde habitáis. Cuando yo vea la sangre,
pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora,
cuando yo hiera a la tierra de Egipto. 14Este será un día memorable para vosotros; en él celebraréis
fiesta en honor del Señor. De generación en generación, como ley perpetua lo
festejaréis.
*La celebración pascual que hizo Jesús con sus discípulos culmina la Pascua
antigua y da origen a otra fiesta de liberación más radical y perfecta. Ahora el paso de Dios se
realiza por medio de JESUCRISTO. Ya no se sacrifican corderos, porque el nuevo
sacrificio verdadero es el de Jesucristo que cumplió la VOLUNTAD DE DIOS AMANDO
PROFUNDAMENTE A LAS PERSONAS 1 Cor 11,23-26).
1 Cor 11,23-26: 23Porque yo he recibido una tradición, que procede del Señor y
que a mi vez os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche en que iba a
ser entregado, tomó pan 24y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo: «Esto
es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía». 25Lo
mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva
alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía». 26Por eso, cada vez que
coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta
que vuelva.
*La
Eucaristía es la acción de Cristo y de la Iglesia; es el sacrificio de
Jesucristo actualizado en la Iglesia.
3.-EL DÍA DE
LA INSTITUCIÓN DEL SACERDOCIO COMO MINISTERIO DE SERVICIO SOLIDARIO A LOS
DEMÁS:
*A partir de
Jesucristo se han destruido los viejos modelos de mediación con el Misterio
profundo de la existencia (templos, sacerdotes, sacrificios…).
El
único mediador entre Dios y las personas es Jesucristo, que ha cumplido
fielmente la voluntad del Padre viviendo intensamente su relación y entrega a
los demás.
Jn
2,13-25: 13Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a
Jerusalén. 14Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y
palomas, y a los cambistas sentados; y, 15haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo,
ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las
mesas; 16y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí:
no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». 17Sus
discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me
devora». 18Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué
signos nos muestras para obrar así?». 19Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo
levantaré». 20Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado
construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». 21Pero él hablaba del
templo de su cuerpo. 22Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se
acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que
había dicho Jesús. 23Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos
creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; 24pero Jesús no se
confiaba a ellos, porque los conocía a todos 25y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque
él sabía lo que hay dentro de cada hombre. El Catecismo de la
Iglesia Católica nos habla del Orden Sacerdotal. Todo el Pueblo elegido “fue
constituido como “un reino de sacerdotes
y una nación consagrada” (Ex19,6; cf Is 61,6)…” (CIC1536).
En el número 1544
dice que todas las “ Todas las prefiguraciones del sacerdocio de la
Antigua Alianza encuentran su cumplimiento en Cristo Jesús, "único [...]
mediador entre Dios y los hombres" (1 Tm 2,5). Melquisedec,
"sacerdote del Altísimo" (Gn 14,18), es considerado por
la Tradición cristiana como una prefiguración del sacerdocio de Cristo, único
"Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec" (Hb 5,10;
6,20), "santo, inocente, inmaculado" (Hb 7,26), que,
"mediante una sola oblación ha llevado a la perfección para siempre a los
santificados" (Hb 10,14), es decir, mediante el único
sacrificio de su Cruz” (CIC 1544). El
CIC señala que hay dos modos de participar en el único sacerdocio de Cristo:
“Cristo, sumo sacerdote y único mediador, hecho de la Iglesia “Reino de
sacerdotes para su Dios y Padre (Ap 1,6;
cf. Ap 5,9-10; 1 P 2,5.9). Toda la comunidad
de los creyentes es, como tal, sacerdotal. Los fieles ejercen su sacerdocio
bautismal a través de su participación, cada uno según su vocación propia, en
la misión de Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey. Por los sacramentos del Bautismo
y de la Confirmación los fieles son "consagrados para ser [...] un
sacerdocio santo" (LG 10)” (CIC 1546).
El segundo modo es el
sacerdote ministerial o jerárquico de los obispos y de os presbítero: “El
sacerdocio ministerial o jerárquico de los obispos y de los presbíteros, y el
sacerdocio común de todos los fieles, "aunque su diferencia es esencial y
no sólo en grado, están ordenados el uno al otro; [...] ambos, en efecto, participan (LG 10),
cada uno a su manera, del único sacerdocio de
Cristo" (LG 10). ¿En qué sentido? Mientras el sacerdocio común de los
fieles se realiza en el desarrollo de la gracia bautismal (vida de fe, de
esperanza y de caridad, vida según el Espíritu), el sacerdocio ministerial está
al servicio del sacerdocio común, en orden al desarrollo de la gracia bautismal
de todos los cristianos. Es uno de los medios por los cuales
Cristo no cesa de construir y de conducir a su Iglesia. Por esto es transmitido
mediante un sacramento propio, el sacramento del Orden” (CIC 1547).