INTRODUCCIÓN AL BLOG
VAYAMOS AL ENCUENTRO pretende ser un blog para reafirmarse en la aventura de la fe cristiana, sabiendo, como nos decía Benedicto XVI que “la fe cristiana es ante todo encuentro con Jesús, una persona que da a la vida un nuevo horizonte… " (3-10-2007).
EL PAPA FRANCISCO NOS EXPLICA EL
BELÉN NAVIDEÑO:
El Papa Francisco ha publicado una Carta Apostólica que permite comprender, precisamente, el significado del Pesebre: “Admirabile signum”.
Se trata de un documento catequético y pedagógico en el que se recurre a los nacimientos como formas de transmisión de la fe en generación en generación.
El Papa Francisco en este documento, señala que “es realmente un ejercicio de fantasía creativa, que utiliza los materiales más dispares para crear pequeñas obras maestras llenas de belleza. Se aprende desde niños: cuando papá y mamá, junto a los abuelos, transmiten esta alegre tradición, que contiene en sí una rica espiritualidad popular. Espero que esta práctica nunca se debilite; es más, confío en que, allí donde hubiera caído en desuso, sea descubierta de nuevo y revitalizada«, (n.1; p.2).
“Pensemos en cuántas veces la noche envuelve nuestras vidas. Pues
bien, incluso en esos instantes, Dios no nos deja solos, sino que se hace
presente para responder a las preguntas decisivas sobre el sentido de nuestra
existencia: ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿Por qué nací en este momento? ¿Por
qué amo? ¿Por qué sufro? ¿Por qué moriré? Para responder a estas preguntas,
Dios se hizo hombre. Su cercanía trae luz donde hay oscuridad e ilumina a
cuantos atraviesan las tinieblas del sufrimiento (cf. Lc 1,79)”
“Son sobre todo el signo visible
de la humanidad caída, de todo lo que está en ruinas, que está corrompido y
deprimido. Este escenario dice que Jesús es la novedad en medio de un mundo
viejo, y que ha venido a sanar y reconstruir, a devolverle a nuestra vida y al
mundo su esplendor original”
Toda la creación participa en la
fiesta de la venida del Mesías”
“Son los primeros testigos de lo
esencial, es decir, de la salvación que se les ofrece. Son los más humildes y
los más pobres quienes saben acoger el acontecimiento de la encarnación. A Dios
que viene a nuestro encuentro en el Niño Jesús, los pastores responden
poniéndose en camino hacia Él, para un encuentro de amor y de agradable
asombro. Este encuentro entre Dios y sus hijos, gracias a Jesús, es el que da vida
precisamente a nuestra religión y constituye su singular belleza, y resplandece
de una manera particular en el pesebre”.
“Son la señal de que también
nosotros estamos llamados a ponernos en camino para llegar a la gruta y adorar
al Señor”.
“Los pobres son los
privilegiados de este misterio y, a menudo, aquellos que son más capaces de
reconocer la presencia de Dios en medio de nosotros. Los pobres
y los sencillos en el Nacimiento recuerdan que Dios se hace hombre para
aquellos que más sienten la necesidad de su amor y piden su cercanía. Jesús,
«manso y humilde de corazón» (Mt 11,29), nació pobre, llevó una vida sencilla
para enseñarnos a comprender lo esencial y a vivir de ello. Desde el belén
emerge claramente el mensaje de que no podemos dejarnos engañar por la riqueza
y por tantas propuestas efímeras de felicidad”
“Está al fondo, cerrado, sordo
al anuncio de alegría. Al nacer en el pesebre, Dios mismo inicia la única
revolución verdadera que da esperanza y dignidad a los desheredados, a los
marginados: la revolución del amor, la revolución de la ternura. Desde el
belén, Jesús proclama, con manso poder, la llamada a compartir con los últimos
el camino hacia un mundo más humano y fraterno, donde nadie sea excluido ni
marginado”.
8.-EL HERRERO, EL PANADERO, LOS
MÚSICOS, LAS MUJERES QUE LLEVAN JARRAS DE AGUA, LOS NIÑOS QUE JUEGAN:
“Todos estos personajes representan la santidad cotidiana, la
alegría de hacer de manera extraordinaria las cosas de todos los días, cuando
Jesús comparte con nosotros su vida divina”.
“Es una madre que contempla a su hijo y lo muestra a cuantos vienen
a visitarlo. Su imagen hace pensar en el gran misterio que ha envuelto a esta
joven cuando Dios ha llamado a la puerta de su corazón inmaculado. Ante el
anuncio del ángel, que le pedía que fuera la madre de Dios, María respondió
con obediencia plena y total. Sus palabras: «He aquí la esclava del Señor;
hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38), son para todos nosotros el testimonio
del abandono en la fe a la voluntad de Dios. Con aquel “sí”, María se convertía
en la madre del Hijo de Dios sin perder su virginidad, antes bien consagrándola
gracias a Él. Vemos en ella a la Madre de Dios que no tiene a su Hijo sólo para
sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y la pongan en
práctica (cf. Jn 2,5)”.
“En una actitud de protección
del Niño y de su madre, está san José. Por lo general, se representa con el
bastón en la mano y, a veces, también sosteniendo una lámpara. San José juega
un papel muy importante en la vida de Jesús y de María. Él es el custodio que
nunca se cansa de proteger a su familia. Fue el primer educador de Jesús niño y
adolescente. José llevaba en su corazón el gran misterio que envolvía a Jesús y
a María su esposa, y como hombre justo confió siempre en la voluntad de Dios y
la puso en práctica”.
“Dios se presenta así, en un niño, para ser recibido en nuestros
brazos. En la debilidad y en la fragilidad esconde su poder que todo lo crea y
transforma. Parece imposible, pero es así: en Jesús, Dios ha sido un niño y en
esta condición ha querido revelar la grandeza de su amor, que se manifiesta en
la sonrisa y en el tender sus manos hacia todos. El nacimiento de un niño
suscita alegría y asombro, porque nos pone ante el gran misterio de la vida.
Viendo brillar los ojos de los jóvenes esposos ante su hijo recién nacido,
entendemos los sentimientos de María y José que, mirando al niño Jesús,
percibían la presencia de Dios en sus vidas”.
“Observando la estrella, aquellos sabios y ricos señores de Oriente
se habían puesto en camino hacia Belén para conocer a Jesús y ofrecerle dones:
oro, incienso y mirra. También estos regalos tienen un significado alegórico:
el oro honra la realeza de Jesús; el incienso su divinidad; la mirra su santa
humanidad que conocerá la muerte y la sepultura”.
“Contemplando esta escena en el belén,
estamos llamados a reflexionar sobre la responsabilidad que cada cristiano
tiene de ser evangelizador. Cada uno de nosotros se hace portador de la Buena
Noticia con los que encuentra, testimoniando con acciones concretas de
misericordia la alegría de haber encontrado a Jesús y su amor».
“Los Magos enseñan que se puede comenzar
desde muy lejos para llegar a Cristo. Son hombres ricos, sabios extranjeros,
sedientos de lo infinito, que parten para un largo y peligroso viaje que los
lleva hasta Belén (cf. Mt 2,1-12). Una gran alegría los invade ante
el Niño Rey. No se dejan escandalizar por la pobreza del ambiente; no dudan en
ponerse de rodillas y adorarlo. Ante Él comprenden que Dios, igual que regula
con soberana sabiduría el curso de las estrellas, guía el curso de la historia,
abajando a los poderosos y exaltando a los humildes. Y ciertamente, llegados a
su país, habrán contado este encuentro sorprendente con el Mesías, inaugurando
el viaje del Evangelio entre las gentes”.
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